Su pelo tan sencillo y delicado queda flotando en la habitación. Le beso la nuca y adoro sus pequeños suspiros esperando que ni ella ni yo volvamos a crecer jamás.
Dunas en las teclas componen sombras hechas de palabras huecas Naves vacías resuenan sus ecos en las paredes de mi voz Lanzo miradas entre los arcos de una estación Siento helado el murmullo de tu viento al pasar avalancha de miedos y una linterna de sentido común.
Los ojos miran en lo alto, estructuras y electrones dispuestos para el olvido Llanuras extrañas evocan mundos paralelos recelos y nutrientes Salitre y un haz de encuentros y desencuentros medidos por la esperanza
Valor sequedad entre el paladar y un inmenso deseo de ser.